Introducción - La hora que cambia al mundo

Introducción: 

LA ORACIÓN: delicada fuente de poder 

L a oración es el enigma divino: ese maravilloso misterio que se esconde tras la nube de la omnipotencia de Dios. No hay nada que esté fuera del alcance de la oración, porque Dios mismo es el centro de ella. E. M. Bounds tuvo este mismo pensamiento cuando escribió: "La oración es el contacto del alma viviente con Dios. En la oración, Dios se inclina para tocar suavemente al hombre, para bendecirlo y para incluir todo lo que El pueda planear o el hombre pueda necesitar." Charles Spurgeon agrega: "La oración es el delgado nervio que mueve los músculos de la omnipotencia." 

¡Oración! ¿Qué es exactamente la oración? Básicamente es el acto más sencillo que una criatura de Dios pueda realizar. Es tener comunión con nuestro Padre celestial. La oración no requiere una educación superior. El conocimiento no es un requisito previo para dedicarse a ella. Para orar sólo se requiere un acto de la voluntad. 

Pero la oración es más. Es la. visión del creyente. Es lo que le da ojos a nuestra fe. En la oración vemos más allá de nosotros mismos y enfocamos nuestros ojos espirituales en el infinito. poder de Dios. 

La oración es también la suprema indicación de que el hombre confía en su Padre celestial. 

Sólo mediante la oración entregamos completamente nuestros problemas a Dios y le solicitamos la intervención divina. 

Pero, aunque es triste decirlo, son pocas las personas que hacen de la oración una parte de su experiencia diaria. Sólo oran si les queda tiempo libre o si sus emociones las impulsan a la oración. ¡Oh, que los cristianos vieran la oración en su perspectiva apropiada! La oración no es opcional. Por el contrario, es muy obligatoria. Donde hay ausencia de oración, habrá ausencia de poder. Donde hay frecuencia de oración, habrá un continuo despliegue del poder de Dios. Dios dijo: "... si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren. de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra" (2 Crónicas 7:14). 

El instinto escrutador 

¿Pero dónde comenzamos a buscar el poder espiritual? Para orar sólo tenemos que seguir el instinto del corazón. Este instinto escrutador llena el espíritu humano. En el momento en que acudimos a Cristo, este instinto cobra vida. 

Súbitamente anhelamos tener comunión con el Padre. Como Charles Spurgeon lo dijo: "Buscar auxilio de un Ser sobrenatural en tiempo de aflicción es un instinto de la naturaleza humana. Creo en la veracidad de este instinto, y en que el hombre ora por cuanto hay algo en la oración. Así como cuando el Creador le da a su criatura: la capacidad de tener sed, es porque existe el agua para satisfacer esa sed; y como cuando El crea el hambre, hay alimento que corresponde a ese apetito; así mismo cuando El inclina a los hombres a orar, es porque en la oración hay una correspondiente bendición para ellos." 

Es algo difícil entender y explicar este instinto de oración. De algún modo, el simple acto de oración vincula a un Dios soberano con un hombre finito. Cuando el hombre ora, Dios responde. Las situaciones difíciles cambian. Ocurren milagros inexplicables. 

Pero cuando descuidamos la cámara de oración, nos apartamos del centro del poder de Dios. El doctor E. Stanley Jones explica: "En la oración, nos alineamos con el propósito y el poder de Dios, y El puede hacer a través de nosotros cosas que de otro modo no podría realizar. Porque éste es un universo abierto, en el cual hay algunas cosas que están disponibles y dependen de que nosotros las hagamos. Si no las hacemos, nunca se harán. Pues Dios dejó ciertas cosas disponibles para la oración: cosas que nunca se harán, a menos que oremos." 

Hombres de oración 

Observemos de nuevo la vida de los guerreros de Dios de las generaciones pasadas. ¿Qué fue lo que capacitó a hombres como Wesley, Lutero, Finney o Brainerd para su elevada vocación en Cristo? J. C. Ryle, obispo de Liverpool en el siglo diecinueve, da una respuesta digna: "He leído las biografías de muchos eminentes cristianos que han vivido en la tierra desde los días bíblicos. Veo que algunos fueron ricos, y otros fueron pobres. Unos fueron cultos y otros, Iletrados. Algunos fueron episcopales, y otros, de otras denominaciones. Algunos fueron calvinistas, y otros, arminianos. A algunos les ha encantado usar una liturgia, y otros no han usado ninguna. Pero veo una cosa que todos tuvieron en común: todos fueron hombres de oración." 

No importa cuál sea nuestra posición en la vida, ni cuáles sean nuestras capacidades naturales; para ser usados poderosamente por Dios tenemos que entender primero un principio fundamental de poder espiritual. Lo que hagamos para el Señor, depende por entero de lo que seamos en el Señor. De igual modo, lo que somos en el Señor, depende completamente de lo que recibimos de Él. Y lo que recibimos del Señor, está en proporción directa con el tiempo que pasamos a solas con El en oración. 

Pasar poco tiempo con Jesús es realizar poco en Jesús. Dicho esto de manera sencilla, no hay verdadero crecimiento espiritual aparte del hábito de la devoción. La constancia en la oración es la evidencia de una verdadera entrega. David Hubbard comparte el siguiente pensamiento: "Nuestra oración expresa nuestra entrega a Cristo. Al hablar con Dios afirmamos nuestra decisión básica de depender de El." 

Si hablo raras veces con Dios, eso indica que El desempeña un papel secundario en mi vida. Pronto el mundo obtiene más de mi atención que Dios. Adam Clarke advierte: "El lugar del que primero desertamos es nuestra cámara de oración. Ningún hombre que haya sido constante y ferviente en la oración privada, se ha descarriado jamás de la vida ni del poder del cristianismo. El que ora sin cesar, tiene todas las condiciones para regocijarse para siempre." 

La dádiva. del tiempo 

Tan pronto como determinamos que la oración es importante, comienzan nuestras batallas espirituales. El profesor Hallesby explica en su clásico libro Prayer (Oración): "La primera y decisiva batalla en lo que concierne a la oración, es el conflicto que surge cuando hemos de hacer arreglos para estar a solas con Dios todos los días." 

En el momento que decidimos orar diariamente, Satanás llena nuestro sendero de obstáculos que nos distraen. Aumentan las responsabilidades en el trabajo. Los niños requieren más tiempo. Parece que estuviéramos más fatigados de lo común. 

El doctor Hallesby indica además: "La mente camal siempre movilizará instintiva y automáticamente toda razón posible que puede concebir para no orar, a una hora determinada. Por ejemplo, usted está demasiado ocupado; su mente está demasiado preocupada; su corazón no tiene la inclinación a orar; más tarde tendrá más tiempo, su mente estará más calmada y serena, y usted podrá orar con una condición mental más devota. Antes que nos demos cuenta de ello, todo el día se nos ha ido, y no hemos pasado ni una hora de quietud a solas con Cristo." Grábese usted profundamente en la mente esto: ¡Es posible apartar tiempo para orar! Piense en Susana Wesley. Tenía 19 hijos vivarachos, entre los cuales estaban Juan y Carlos, y aun así ella hallaba tiempo para orar diariamente. Esta piadosa santa raras veces dedicaba al Señor menos de una hora diaria en oración. 

"Pero yo no tengo ningún lugar al cual apartarme para orar." Esta podría ser la objeción de algunos. Del mismo modo, Susana Wesley no tenía ningún lugar específico para orar. Así que, a la hora escogida para su ejercicio espiritual, se tapaba la cara con el delantal. Les había dado instrucciones a sus hijos para que no la perturbaran nunca cuando ella estuviera orando cubierta con el delantal. 

Como Susana de Wesley, así nosotros tenemos que "apartar" tiempo para la oración cada día. Hasta que no lo hagamos, la oración nunca llegará a ser la fuerza que Dios quiere que sea en nuestra vida diaria. Sólo cuando apliquemos nuestro conocimiento acerca de la oración a la práctica real de ella, descubriremos su poder práctico. 

Fletcher de Madeley, un compañero de trabajo de Juan Wesley, ilustra la importancia de hacer que la oración sea práctica. Este dedicado paladín de la oración terminaba muchas de sus conferencias con una rara conclusión. Con frecuencia, después de explicar temas sobre la oración y el crecimiento espiritual, Fletcher les decía a sus estudiantes: "Esta es la teoría; ¡ahora, los que quieran practicarla, suban conmigo a mi habitación!" 

A menudo, todos los estudiantes de Fletcher seguían en silencio a este santo piadoso hasta su cuarto, donde pasaban una o dos horas en la práctica real del arte de la oración. Sabían que el secreto estaba en hacer, y no sólo en saber. 

La oración es mucho más que un mero poder teórico: es un poder práctico. Pero para aprovechar este poder práctico, tenemos que estar dispuestos a sacrificar mucho tiempo. Samuel Chadwick nos advierte: "En estos días no hay tiempo para orar; pero sin tiempo - y aun mucho tiempo- nunca aprenderemos a orar. Debe ser posible dar enteramente a Dios una de las 24 horas." 

Una norma para la oración 

Para que sean eficaces, los sesenta minutos que pasamos con Dios deben planificarse con cuidado. La oración sistemática le proporciona salud al hábito de las devociones. La mayoría de las tareas de la vida se realizan de manera sistemática. De hecho, sin un enfoque sistemático de la vida, muchas metas quedarían sin lograrse. 

Lo mismo ocurre en el caso de la oración. Para que el ejercicio de la devoción funcione adecuadamente, se necesita una cuidadosa planificación y preparación. Harold Lindsell advierte: "La oración no les viene a los hombres de modo natural. Hay que aprenderla. Aprender a orar incluye el conocimiento de las leyes que rigen la oración, así como también la experiencia en el campo de la práctica. Si la oración ha de desarrollarse, tiene que ser alimentada y cultivada." 

La Biblia está llena de numerosos conceptos relacionados con la oración, los cuales deben constituir la base de nuestras devociones habituales. La hora que cambia al mundo intenta presentar estos principales elementos, de tal modo que cada uno de ellos pueda aplicarse sistemáticamente de manera diaria. 

Aunque cada elemento se basa claramente en la Palabra, el orden particular en que se empleen puede variar. Dedicar cinco minutos a cada uno de los doce aspectos de la oración, tomará exactamente una hora. Sin embargo, algunos guerreros de oración pudieran desear dedicar más tiempo a ciertos elementos que a otros. Ocasionalmente usted puede incluir sólo ocho o nueve de los doce elementos durante su hora de oración. Tenga cuidado de no dejarse esclavizar por ningún "sistema de oración". En verdad, la oración no es un sistema en absoluto, sino el desarrollo de una relación entre el hombre y Dios. La meta más alta de la devoción habitual es el fortalecimiento de esta relación. 

La oración produce resultados 

Cuando surge la pregunta: "¿Por qué es necesario orar?" tenemos que dar una doble respuesta. En primer lugar, porque Jesús nos llama a la oración. En segundo lugar, porque la oración produce resultados. 

Recuerdo muy bien el impacto que me produjo una experiencia personal, relacionada con la primera razón por la cual debemos ocupamos en la oración diaria. Yo siempre había creído que Dios responde la oración, pero mi vida de oración no era constante. Durante una transformación de mi vida de oración, se apoderó de mí la comprensión de que Jesús les hizo a sus discípulos una sola pregunta relacionada específicamente con el tema de la oración. Durante la intensa experiencia que sufrió en Getsemaní, Cristo se. acercó a sus discípulos que estaban durmiendo. Jesús se dirigió primero a Pedro y le· dijo: "¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?" (Mateo 26:40). 

De repente comprendí que Jesús. me estaba hablando a mí. Yo también era un seguidor de Jesús. Se me estaba desafiando a que sacrificara diariamente por lo menos una hora de mi tiempo, específicamente para dedicarla a la oración. Era mi opción. Nadie me obligaría. Yo podía dormir u orar. Decidí hacer esto último.· Jamás lamentaré haber decidido esto. Aunque algunas veces las batallas han sido difíciles, las victorias han sido siempre dulces. 

Pero hay una segunda razón por la cual. es provechosa la oración diaria. ¡La oración produce resultados! Al doctor Walter Judd, que fue misionero en la China, con frecuencia le encantaba compartir las experiencias que había tenido en la oración en sus días de misionero. Con respecto a esas experiencias, el doctor Judd relató lo siguiente: "Venía a mi espíritu algo que me sostenía y me ayudaba a tranquilizarme, que me daba confianza y seguridad durante el día. No puedo explicarlo. Tampoco puedo explicar cómo el alimento que me como esta noche en la cena, se convierte en cerebro, en sangre, en hueso; ¡pero no he dejado de comer por el solo hecho de que no puedo explicar el fenómeno! Del mismo modo, no puedo explicar esto (lo que me venía al espíritu). No está aún en el campo de la explicación, ni de la prueba lógica. Está en el campo de la demostración; la oración produce resultados." 

Desde las primeras páginas del Génesis hasta las últimas palabras del Apocalipsis, vemos las evidencias bíblicas de que Dios contesta la oración. El obispo J. C. Ryle añade los siguientes discernimientos: "La oración ha obtenido cosas que parecían ser imposibles y estar fuera de alcance. Ha ganado victorias sobre el fuego, el aire, la tierra y el agua. La oración abrió el mar Rojo. La oración sacó agua de la roca e hizo descender pan del cielo. La oración hizo que el Sol se detuviera. La oración hizo descender fuego del cielo sobre el sacrificio de Elías . La oración desbarató el ejército de Senaquerib. La oración ha sanado a los enfermos, ha levantado muertos. La oración ha conseguido la conversión de un incontable número de almas también." 

En verdad, Dios dijo que no hay nada que esté fuera del alcance de la potencialidad de la oración. Amados, oremos con nueva confianza... 

        Señor, ¡enséñame a orar! 

Introducción - La hora que cambia al mundo Introducción - La hora que cambia al mundo Revisado por el equipo de Nexo Cristiano on diciembre 25, 2022 Rating: 5
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