El llamado a no conformarse con el mundo, por John Stott

Temas vitales para los cristianos de hoy, por John Stott

Parte 5 de 5

El llamado a no conformarse con el mundo 


Nuestro tema en esta noche es un llamado a un no conformismo radical con el mundo. Todo cristiano sabe que la iglesia tiene un llamado doble, por un lado, es un llamado a vivir en el mundo y por el otro, no conformarse al mundo. El primero podría señalarse como un llamado a la mundanidad, es decir, involucrarse en la vida del mundo, mientras que el otro es un llamado a la santidad, rehusarse a asimilar los estándares de este mundo.  

De modo que no tenemos libertad de preservar nuestra santidad escapándonos del mundo, ni tampoco tenemos libertad para sacrificar nuestra santidad conformándonos con el mundo. El escapismo y el conformismo son ambos totalmente prohibidos. Por el otro lado, lo que tenemos que hacer es combinar estos llamados y entonces podemos desarrollar lo que ha sido llamado una santa mundanidad.  

En nuestros días la más importante de las dos tentaciones no es el escapismo, sino más bien el conformismo, es decir, la acomodación a los estándares del mundo. En este momento estamos expuestos, de todos lados, por la letra impresa, la radio, la televisión, a prejuicios sociales y culturales del mundo. Estos prejuicios culturales son incompatibles con el señorío de Jesucristo, y si nosotros capitulamos frente a ellos, comprometeríamos nuestra integridad, dejaríamos de lado nuestro testimonio y sofocaríamos nuestra vida espiritual. Por eso debemos escuchar esta noche el llamado a un No conformismo radical con el mundo.  

Este es uno de los temas más importantes de toda la Biblia. Dios nos está llamando para ser su pueblo y Él advierte a que su pueblo que tiene que ser diferente a todo el mundo. Él les dice a ellos: “sed santos, porque yo soy santo”. Este tema fundamental recurre en las cuatro secciones más importantes de la Escritura. Es decir, la Ley, los Profetas, las enseñanzas de Jesús y los apóstoles. Déjenme solo sacar un texto de muestra de cada una de las secciones.  

  1. Comenzamos por la ley, notar que, en Levíticos, capítulo 18, Dios dice a su pueblo; no debes hacer como ellos hacen allí en la tierra de Egipto, donde te acostumbraste a vivir, y tampoco tienes que hacer como acostumbran a hacer en la tierra de Canaán en la cual te estoy metiendo ahora. No sigas sus prácticas, debes obedecer mis leyes, debes seguir mis decretos porque yo soy el Señor tu Dios.   
  2. Ahora vamos a los Profetas, especialmente a las protestas a través de Ezequiel 11 y 12. Dios se queja a su pueblo, les dice; ustedes no siguieron mis decretos, no guardaron mis leyes, se conformaron a los estándares de las naciones que les rodean.   
  3. Este es un tema que se encuentra en las enseñanzas de Jesús. En el Sermón del Monte, que está registrado en Mateo 6, Jesús dice a sus oyentes; no seáis como ellos, esto se puede entender como los fariseos, los hipócritas; no seáis como ellos. O se puede interpretar que ellos son los paganos, no seáis como ellos. Es el mismo llamado, ser diferentes del entorno que nos rodea (v.6). D) Por último, se debe mencionar al apóstol Pablo, en Romanos 12:2 escribió: “No os conforméis a este siglo...”  

Como hemos podido ver a través de toda la Biblia tenemos este mismo desafío, es un llamado a ser diferente. Es un llamado al no conformismo radical. Cuáles son estas tendencias contemporáneas en nuestra cultura. Tendencias que amenazan con encerrar a la iglesia. Vamos a tratar cuatro de ellas.  

I. El desafío del pluralismo.  

La primera tendencia contemporánea que amenaza a la iglesia es el desafío del pluralismo. Es importante que entendamos que implica este concepto. No afirma solo el hecho de que hay una pluralidad de religiones. Afirma que los reclamos que hacen estas religiones tienen todo el mismo derecho de ser respetados y nosotros, por lo tanto, tenemos que afirmar la validez independiente de cada una de las religiones. Por lo tanto, los cristianos debemos olvidamos de nuestro intento arrogante de tratar de convertir a otras gentes. Para aquellos que han abrazado al pluralismo como una ideología, nada es menos placentero que el hecho de la evangelización mundial.  

Déjenme contarles que un trabajador social en Nigeria estaba visitando a algunos jóvenes en las calles de la ciudad de Lagos, en ese país, cuando entró en las habitaciones de uno de ellos y encontró los siguientes libros a la orilla de la cama. Había una copia de la Biblia, una copia del Corán, otro del libro de oraciones de la Iglesia Anglicana, tres ejemplares del Atalaya - la revista de los Testigos de Jehová -, una biografía de Carlos Marx, un libro de ejercicio yoga. Y lo que yo sí creo que este joven necesitaba muy especialmente, era un librito muy popular llamado Cómo parar de preocuparse. Eso es típico de esta sociedad pluralista en la que vivimos.  

Así que nosotros como cristianos debemos responder a este desafío. Con mucha humildad, espero, y sin ningún elemento de arrogancia personal ni ninguna traza de superioridad, debemos mantener que sí hay algo tan cierto como la verdad objetiva. Porque Dios sí se ha revelado a sí mismo al mundo, no solo en la preciosura ordenada del universo creado, sino superiormente en Jesucristo y en el testimonio de toda la Biblia acerca de Cristo. Porque este es el Hijo de Dios y es la Palabra de Dios que llegó a ser un ser humano histórico y él es la roca sobre la cual se edifica la iglesia.  

Nuestro llamado es a defender y proclamar la verdad revelada. Así que la existencia de la verdad revelada, objetiva y accesible es fundamental para la vida de la iglesia. La iglesia es una comunidad de Verdad y, por lo tanto, debe, confesar la Verdad, guardar la Verdad y comunicar la Verdad.  

Es muy importante entender la naturaleza de este reclamo que hacemos los cristianos. No reclamamos ningún tipo de unicidad respecto del cristianismo, en ninguna de sus formas tradicionales, ya sea católica, ortodoxo, luterana, reformada, bautista, pentecostal. No estamos reclamando una unicidad para el cristianismo, ni tampoco la reclamamos para la iglesia en ninguna de sus manifestaciones culturales, ya sea africana, asiática, latinoamericana, occidental. Reclamamos unicidad, o sea, el carácter de único y final, solamente para Cristo Jesús. De modo que no es el cristianismo como sistema, ni tampoco la iglesia como institución, es Cristo Jesús como una única persona, y que no hay nadie como él en el mundo.  

Algunos de ustedes, conocerá el nombre del Sandu Sunda Tsé, era un místico indo-cristiano itinerante, este se convirtió a Cristo Jesús cuando era un adolescente. Un día visitaba una universidad en India y el profesor le preguntó: ¿Qué encontró usted en su nueva religión que no tenía antes en la fe de sus padres? Él le contestó; encontré a Jesucristo. Sí, sí, ya sé -dijo el profesor bastante irritado-pero qué doctrina particular encontró usted, qué principio particular encontró en el cristianismo que todavía no tenía. La doctrina particular que he encontrado es Cristo. Es decir, la unicidad, el carácter único de Cristo, lo que debemos defender.  

En qué consiste entonces ese carácter de único de Cristo: Primero, Jesús es único en su encarnación, este es el reclamo que hace Jesús de Nazareth, es el único Dios-hombre completamente divino y humano al mismo tiempo. No hay nada que se parezca a este reclamo en ninguna de las religiones mundiales. Lo más cercano quizás está en el hinduismo, en los cuales ellos reclaman que el dios Visnú ha tenido un cierto número de lo que ellos llaman avatares (desarrollos), es decir, descensiones dentro de la humanidad. Sin embargo, la historicidad de estos reclamos es extremadamente dudosa y además son totalmente distintas para este reclamo cristiano de la encarnación de Dios en Cristo Jesús. Porque en estos avatares su dios descendió y después se fue de nuevo. Pero nosotros creemos que, en Cristo Jesús, Dios tomó la humanidad como cosa para sí mismo para nunca volver a dejarla. De modo, ¿quién está sentado en esta noche a la diestra de Dios? El hombre glorificado Cristo Jesús.  

Segundo, él es único en el trabajo que hizo en la cruz, la expiación. Porque Dios tomó la iniciativa a través de Jesucristo para identificarse completamente con los seres humanos. No solamente tomó nuestra naturaleza cuando él nació, tomó también nuestro pecado, nuestra culpa y nuestra condenación en su muerte. De modo que él no solo vivió nuestra vida, sino que llevó nuestro pecado y murió nuestra muerte; allí en la cruz Dios satisfizo las dos cosas, su amor y su justicia.  

Él levantó la penalidad del pecado humano, pagándola él mismo en la cruz. Así que Abrió el camino para darles la bienvenida a los pecadores como nosotros, sin pasar por alto nuestros pecados o comprometiendo su justicia. No hay nada como esto en ninguna otra religión. La cruz es absolutamente única.  

Tercero, él es único en su resurrección de los muertos. Ahora qué queremos decir con esto, no que su influencia continúa hasta hoy. Cuando decimos que Jesús vive, tampoco queremos decir lo mismo que dicen los estudiantes cuando dicen: el Che Guevara vive. No es solamente que su influencia ha sobrevivido, es que su propio cuerpo fue levantado de entre los muertos y que fue transformado en un nuevo vehículo para su personalidad.  

De modo que la muerte fue totalmente vencida y su cuerpo resucitado nunca morirá. De modo que la resurrección es muy diferente de la resucitación. La resucitación es traer de vuelta a esta vida, la resurrección es levantarse a una nueva vida. Jesús resucitó de resucitación a algunas personas durante su ministerio. Piensen, por ejemplo, en Lázaro, que había muerto hacía ya cuatro días, fue traído de vuelta a esta vida.  

Un teólogo dijo que tenía a mucha empatía por Lázaro, porque este tuvo que pasar por la muerte toda de nuevo. Murió una vez y después tuvo que morir otra vez más. Pero Jesús se ha levantado de los muertos para nunca más morir. No hay ninguna otra religión que haga un reclamo para nada comparable. Otras religiones buscan en su fundador un maestro muerto en el pasado, si es claro que Jesús fue un maestro del pasado; pero más que un maestro. Es nuestro Señor viviente y resucitado, que está disponible para aquellos que le llaman, a aquellos que reclamamos conocerles personalmente en el poder de cuya resurrección nosotros deseamos vivir, y cuya resurrección es la prenda de la nuestra en el último día.  

De modo que resumamos lo que hemos estado diciendo hasta ahora. En ninguna otra persona que es en Jesús de Nazareth, llegó Dios primero a ser humano en su nacimiento, luego llevar nuestros pecados en su muerte, triunfar sobre la muerte en su resurrección. Por lo tanto, Cristo Jesús es único y Él es el único competente para ser nuestro Salvador. Nadie más tiene las calificaciones que Cristo Jesús, por causa de su nacimiento, muerte y resurrección.  

Así que no nos debemos referir a Cristo, como Jesús el Grande, así como se dice: Napoleón el grande, o Carlos el grande, o el Alejandro el grande. Él no es grande, ÉL es único. No hay nadie como él, debemos defender su carácter de único y su finalidad.  

II. El desafío del materialismo  

Pasamos del desafío del pluralismo al del materialismo. El mundo occidental es casi insoportablemente rico, muy por el contrario, con lo que se llama el mundo en desarrollo. La riqueza se da por sentado en el occidente. Naturalmente, eso lleva al materialismo. Así que alguno de ustedes se puede preguntar, pero qué problema hay con el materialismo, a nosotros no se nos pide rechazar las cosas materiales, porque Dios es el creador del orden material y si rechazamos todas las cosas materiales, así no más, caemos en el ascetismo.  

El materialismo es una preocupación tal por las cosas materiales hasta que ellas amenazan con sofocar nuestro espíritu. Ahora, desafiando las enseñanzas de Jesús, el espíritu del materialismo se está metiendo dentro de la iglesia y para decir la verdad está corrompiendo la vida de muchos cristianos.  

Quizás la Argentina no sea el país donde debiera decir estas cosas, por supuesto yo soy solo un visitante desde el occidente y solo sé muy poco de los problemas económicos que tienen aquí, y este sentido que ustedes tienen de la opresión económica que les produce el norte. Sé que a muchos pastores se les paga muy poco, y que muchos de ustedes se les hace muy difícil sobrevivir. Así que quizás el mayor pecado de los cristianos en Argentina no sea tanto la riqueza, el lujo, sino más bien la codicia. Que es el deseo de llegar a ser rico, al cual el apóstol Pablo llama idolatría.  

Así que necesitamos escuchar una vez más las palabras de Jesús: “No os hagáis tesoros la tierra, donde la polilla y el orín corrompen...” Mateo 6.18. En otra ocasión dijo: “Guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12.15), hay mucho más en la vida que solamente el dinero, la propiedad y las posiciones.  

También necesitamos escuchar las palabras del apóstol Pablo, que nos llama alejarnos de la codicia, a un estilo de vida de contentamiento y de simplicidad. Fíjense lo que dice el apóstol Pablo: he aprendido en cualquier estado que esté, a estar contento, él dijo que la piedad acompañada de contentamiento es una gran ganancia.  

Nada hemos traído a este mundo y ciertamente nada nos podremos llevar. Como dijo Job: he venido desnudo desde el vientre de mi madre y desnudo partiré.  

Me pregunto si alguna vez pensó en esto, que la vida humana es como un peregrinaje entre dos desnudeces, desde un nacimiento desnudo a una muerte desnuda. Quizás habrán escuchado ustedes de esa mujer rica que murió en la comunidad y todo el mundo quería saber a cuanto sumaba su fortuna. Así que un preguntón se acercó al pastor en el funeral y le dijo así al oído: ¿Cuánto dejó? A lo cual el pastor respondió con mucha sabiduría: Dejó todo.  

Eso es verdad para todos nosotros, vamos a dejar todo atrás. Así que debemos ser sabios, viajar livianos. Si tenemos comida, vestido y abrigo, y cualquier otra cosa que podamos justificar como una necesidad en la vida, estemos contentos con esa simplicidad en el estilo de vida. Porque el amor al dinero es una de las raíces de todo tipo de males.  

Se cuenta la historia de un joven norteamericano, que encontró una vez un billete de cinco dólares en la calle y a partir de ese momento, cuando caminaba, nunca más levantó los ojos de la vereda. A lo largo de los años hizo una gran acumulación: 29.657 botones, 54.124 alfileres, 12 centavos, una espalda doblada y una disposición avara. Usted sabe lo que perdió ese joven, nunca pudo ver lo que yo veo desde aquí, la sonrisa en el rostro de sus amigos nunca pudo ver la belleza del sol durante el día o la luz de la luna durante la noche, nunca pudo ver el brillo de las estrellas o la belleza de los capullos en la primavera, porque siempre sus ojos estaban en el bolsillo.  

Cristo Jesús es único y Él es el Único competente para ser nuestro salvador. Nadie más tiene las calificaciones para Cristo Jesús, pro causa de su nacimiento, muerte y resurrección.

Amigos, yo conozco cristianos que son así, son materialistas, están preocupados con las cosas materiales. Quiero decirles hoy, levante la vista, fíjense en el primer rayo de luz que aparece entre las nubes que nos dice que Cristo viene otra vez. Vivamos para la eternidad y no solo para este tiempo.  

La tragedia es que hay muchos no cristianos que están rebeldes en contra del materialismo, muchas veces citan a Jesús, en aquello de: que el ser humano no solo vive de pan y están buscando la trascendencia porque las cosas materiales no satisfacen el espíritu humano. De modo que los cristianos debiéramos estar buscando esta trascendencia también. Este es el desafío del materialismo.  

III. El desafío del relativismo moral  

El tercer desafío que debe enfrentar la iglesia cristiana es del relativismo moral. Los estándares morales se están rebajando. Se asumía antiguamente que hay algo así como una verdad absoluta en oposición al error, que hay algo así como una absoluta bondad en oposición al mal. Pero parece que hoy en día ninguno está seguro de eso, la gente está confusa de si existe algún absoluto por ahí. En vez de la verdad reina el pluralismo y en lugar de la bondad reina el relativismo. Un relativismo moral está permeando nuestra cultura y se ha introducido en la iglesia.  

Quisiera citarles un pequeño poema. Como saben es muy difícil de traducir un poema de un idioma a otro, además no es un poema demasiado bueno, pero lleva al punto que quiero enfatizar. Dice algo como esto:  

Todo depende de donde usted está y 
todo depende de quién usted sea. 
Todo depende de lo que usted siente y 
todo depende de cómo usted lo siente. 
Todo depende de cómo a usted lo criaron y 
todo depende sobre qué cosas se alaba por ahí. 
Lo que es correcto hoy está mal mañana. 
La alegría en Francia, la tristeza en Inglaterra. 
Todo depende del punto de vista en la Australia o en Singapur. 
En Roma haga como hacen los romanos, 
si el gusto justamente concuerda con usted, 
entonces tiene moralidad. 
Ahora, si hay tendencias conflictivas, 
todo depende, todo depende.  

Eso es el relativismo y los cristianos tenemos que rechazarlo. El ejemplo más contundente en el día de hoy es la revolución en la ética sexual. Había sido en algún tiempo universalmente aceptado, al menos en los países influenciados por la ética judeocristiana que el matrimonio es monógamo, heterosexual y para toda la vida, y el único contexto dado por Dios para la relación sexual. Hoy en día ya no es más así. Hasta en la iglesia de hoy se acepta la cohabitación antes del casamiento, y los compañerismos homosexuales son mirados como una alternativa válida a una pareja heterosexual. En los Estados Unidos, uno de cada dos matrimonios termina en divorcio.  

Frente a todas estas tendencias relativistas nosotros contamos con las enseñanzas de Jesús. Él dice, el que nos hizo en el principio los hizo varón y mujer, y les dijo a ellos, por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una carne. Él agregó, lo que Dios ha unido, que nadie lo separe. ¿Alguna vez meditó en estas palabras? ¿Se dan cuenta de que hay tres referencias a Dios? Dios creó al hombre y la mujer, nuestra sexualidad, nuestra masculinidad o femineidad fue creada por Dios. Dios no solo creó nuestra sexualidad, sino que instituyó el matrimonio, esto no es una idea brillante de algún ser humano por ahí, sino una institución divina. El matrimonio es un hombre y una mujer, solteros y heterosexuales. Luego la tercera referencia a Dios es que lo que Dios ha unido, ningún ser humano lo separe.  

Así que debemos renunciar al relativismo, y debemos tener el coraje de ponernos al lado de Jesús en contra del resto del mundo.  

IV. El desafío del narcisismo  

Ahora llegamos al cuarto desafío, el del narcisismo. Se acuerdan de Narciso en la mitología griega, era un muchacho muy guapo que una vez se vio a sí mismo reflejado en una laguna. Inmediatamente, se quedó enamorado de su propia imagen y se tiró de cabeza a la pileta y se ahogó.  

El narcisismo es caer enamorado de mí mismo, es una admiración sin límite con relación a mí mismo.  

De modo que en los años setenta, el narcisismo encontró expresión en el movimiento del potencial humano. Erich Fromm, por ejemplo, enseño que el vicio es ser indiferente a uno mismo, mientras que la virtud es afirmarse a uno mismo. Luego estuvo ese psicólogo llamado Carl Rogers, que vio a la psicoterapia en estos términos, hay que ayudar al cliente a tener una autoestima incondicional. La tercera persona es Abraham Maslow, que llevo este énfasis de la autorrealización. Todos estos son movimientos seculares, sus líderes creen en ellos mismos y no en Dios  

Ahora el movimiento de la Nueva Era ha saltado como el vagón de cola de este movimiento del potencial humano. Ustedes conocen el nombre de Shirley MacLaine, es una actriz norteamericana, es la sumo sacerdotisa del movimiento de la Nueva Era, y ella está superenamorada de sí misma. Estas son las buenas nuevas según ella: “Yo sé que yo existo, por lo tanto, yo soy. Creo que la fuerza de Dios existe, entonces yo soy, ya que soy una parte de esa fuerza, yo soy lo que yo soy”.  

No le suena como un poco blasfemo llevar sobre sus propios labios la declaración de Jehová. De modo que el movimiento de la Nueva Era nos lleva a mirar dentro nuestro, porque la solución de todos nuestros problemas está dentro nuestro. No necesitamos un salvador que venga de afuera, podemos ser nuestro salvador desde adentro.  

Desafortunadamente, esta preocupación por mí mismo está también permeándose dentro de la iglesia. Especialmente en este punto de vista particular, que no solo debemos amar a Dios y amar a nuestro prójimo, sino que también nos debemos amar a nosotros mismos.  

Esta es una enseñanza muy popular en la iglesia en el día de hoy, espero que ninguno de ustedes la hayan aceptado. Porque realmente eso no es verdad por varias razones. Primero ustedes saben lo que Jesús dijo, el primer mandamiento es amar a Dios con todo su ser. El segundo mandamiento es amar a su prójimo como a ti mismo y de hecho usted se ama a sí mismo. Pero no dijo Jesús que el tercer mandamiento es: ámese a sí mismo.  

Hay una segunda razón, el amor al que se refiere Jesús en esos versículos es la palabra griega ágape y quiere decir esto: sacrificarme a mí mismo en el servicio para otra persona. De modo que el ágape no se me puede volver contra mí mismo. Cómo me puedo sacrificar a mí mismo para entonces poder servirme a mí mismo. ¿Se dan cuenta de que es una contradicción de términos?  

La tercera razón es la siguiente, según el Nuevo Testamento el amor a uno mismo es lo que precisamente lo que quiere decir el pecado. De modo que la Biblia no nos enseña a amarnos a nosotros mismos.  

Para confirmar que me estoy haciendo entender, tenemos que afirmarnos a nosotros mismos. Toda cosa que esté dentro nuestro, que sea atribuible a la creación, nuestra racionalidad, nuestros sentidos, nuestra creatividad artística, nuestra capacidad de amor, nuestra capacidad de adorar a Dios; todas estas cosas que vienen de esta creación hecha por Dios y de mi redención por Cristo, las afirmamos con gratitud a Dios. Pero cualquier cosa que venga de nuestra naturaleza caída, la cosa torcida de nuestra naturaleza humana, todo eso lo negamos, lo repudiamos. Así que somos llamados a la afirmación de nuestro verdadero ser y a repudiar nuestro ser falso.  

Lo que Jesús enseñó es que debemos amar a Dios con todo nuestro ser y amar a nuestro prójimo como de hecho y porque somos seres auto centrados y seres caídos, nos amamos a nosotros mismos.  

El interés de Dios es que la iglesia sea una comunidad de amor. Amor a Dios en la adoración, amor hacia nuestros compañeros, los seres humanos expresados en el evangelismo y en la acción social, porque todo el mundo sabe que el amor es la cosa más grande que hay en el mundo. Los cristianos sabemos por qué, porque Dios es amor. En su ser más íntimo, Dios es amor. De modo que cuando él nos hace a nosotros a su imagen y semejanza, nos da esa capacidad de amar y de ser amados. Ramón Lulio fue un español del siglo séptimo, que fue misionero en el norte de África, y este fue uno de sus epigramas favoritos: El que no ama no vive, vivir es amar, y sin amor nuestra personalidad se desintegra y muere.  

Conclusión  

Terminando, estos son algunos de los desafíos contemporáneos para la iglesia cristiana, y esta no está llamada a un conformismo de mente endeble, sino a un no-conformismo radical.  

En lugar del pluralismo, tenemos que ser una comunidad de verdad. En lugar del materialismo, tenemos que ser, una comunidad de peregrinaje. En lugar del relativismo moral, tenemos que ser una comunidad de obediencia. En lugar del narcisismo, tenemos que ser una comunidad de amor.  

De modo que no tenemos que ser como el mundo que nos rodea. Entonces, ¿a qué tenemos que parecernos? ¿La Biblia es solamente negación y negación? No. La Escritura simplemente nos llama a no conformarnos con el mundo. Si es así, ¿cómo tenemos que ser?  

Tenemos que ser como Cristo. Este es el propósito eterno de Dios para nosotros. Recuerden Romanos 8.29, Dios nos ha predestinado para llegar a ser a la imagen de su Hijo. Es decir, para ser como Cristo. Es esto lo que debiera estar sucediendo en nuestra vida cristiana.  

En 2 Corintios 3.18, dice que somos transformados de un grado de gloria a otro grado de gloria por el Espíritu que mora dentro nuestro, hasta llegar a la imagen de Cristo. Hasta ese gran día, cuando Cristo vuelva en una magnificencia completa y total, y nosotros lleguemos a ser completamente como él porque, le veremos como él es.  

Nada es más importante en la evangelización, que el evangelista se parezca a Cristo. Un profesor hindú en una universidad de India, una vez notó en la mitad de una conferencia que había un grupito de estudiantes cristianos ahí en las conferencias, paró la conferencia y les dijo directamente: Si ustedes que son cristianos viven como Cristo Jesús, la India estaría a sus pies mañana. Quisiera mejorar un poco esa frase. Si nosotros los cristianos vivimos como Cristo Jesús, el mundo estaría a nuestros pies hoy mismo. Dios quiera hacernos como Cristo. Amén

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El llamado a no conformarse con el mundo, por John Stott El llamado a no conformarse con el mundo, por John Stott Revisado por el equipo de Nexo Cristiano on abril 09, 2024 Rating: 5
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