Señales de una iglesia renovada, por John Stott

Temas vitales para los cristianos de hoy, por John Stott

Parte 4 de 5

Señales de una iglesia renovada 


El tema que vamos a tratar en esta noche es: las señales de una iglesia renovada. Ya hemos visto que, estamos todos comprometidos con la vida de la iglesia porque la iglesia descansa en centro mismo de los propósitos de Dios. La iglesia no es un pensamiento adicional en la mente de Dios, no es un accidente en la historia, no es solamente una institución humana. La iglesia es la comunidad nueva de Dios. El propósito de Dios fue concebido antes de la eternidad, ha sido trabajado a través de los procesos históricos, y será llevado a la perfección en la futura eternidad. Ese propósito es llamar a un pueblo para sí mismo.  

Indudablemente, esa es la razón por la que Cristo murió por nosotros. No es solo para redimirnos de toda iniquidad, sino para purificarse para sí un pueblo. Un pueblo que se entusiasme por hacer buenas obras. Cada uno de nosotros viene de distintos contextos, de distintos países y de distintas culturas, de distintas iglesias y denominaciones, y, sin embargo, somos todos miembros de la única iglesia de Cristo.  

La segunda cosa que nos concierne es que estamos comprometidos con la renovación de la iglesia y también estamos preocupados de que la iglesia se renueve a través de todo el mundo. Por supuesto, la iglesia está creciendo rápidamente en muchas partes del mundo y eso es así también en América Latina. Muchas veces crece, crece, pero sin profundidad. En otras partes del mundo la iglesia no crece para nada, sus aguas están estancadas, su mal aliento apesta. Está en un estado de decaimiento más que en un estado de renovación. Está ansiando que el viento de Dios sople dentro suyo. Entonces, ¿cuáles son las señales de una iglesia renovada? ¿Cuál es la visión bíblica de la iglesia? ¿Cuáles son las marcas principales que distinguen una iglesia renovada?  

Creo saber cuál es la mejor manera de responder a estas preguntas. La respuesta es tener una visión fresca de cómo era la primera iglesia en el Nuevo Testamento. Es decir, la iglesia cristiana en Jerusalén en el día de Pentecostés. Es esencial que seamos realistas acerca de esto. Hay una tendencia a mirar de manera romántica a la iglesia antigua, mirarla con unos anteojos coloreados, y hablar de ella como si no tuviera ningún defecto ni ninguna marca. Entonces nos perdemos las herejías, las hipocresías, las rivalidades y las inmoralidades, que le dieron problemas a la iglesia de aquel entonces, como se los da en el día de hoy. Sin embargo, hay una cosa que es muy clara, a pesar de los excesos y las fallas en la primitiva iglesia, había sido una iglesia radicalmente renovada por el Espíritu Santo.  

A partir de esto surgen las preguntas ¿a qué se parecía aquella iglesia llena del Espíritu Santo?, ¿qué evidencia daba esa iglesia de la presencia y del poder del Espíritu Santo? Si pudiéramos responder a estas preguntas, estaríamos entonces listos para responder a otra que es de vital importancia, y es ¿a qué se parece hoy en día una iglesia renovada, es decir, ¿cuáles son las señales que debemos buscar?  

Con esta introducción vamos a reflexionar sobre Hechos 2:42-47. Allí encontramos la descripción que Lucas hace de la primera iglesia llena del Espíritu. Él elige cuatro marcas sobre las cuales se concentra.  

I. Una iglesia renovada es una iglesia que aprende  

La primera marca de esta iglesia renovada es muy sorprendente, pienso que si hubiera sido por nosotros tal vez no la hubiéramos elegido. Pero esto es lo que dice Lucas: Ellos perseveraban en la doctrina de los apóstoles. De modo que una iglesia renovada es una iglesia que aprende.  

Notar que es lo primero que menciona Lucas. Debiéramos decir como que el Espíritu Santo abrió una escuela en Jerusalén en aquel día, los maestros de esta escuela eran los apóstoles, a quienes Cristo mismo los había elegido y equipado para que fueran los maestros de la escuela. Había como tres mil alumnos que no habían pasado el jardín de infantes o kindergarten, era una situación verdaderamente remarcable.  

Así que nos damos cuenta de algo que tenían estos nuevos convertidos, no estaban gozando de alguna experiencia mística que los llevara a dejar de lado su intelecto o a despreciar la teología, o a parar de pensar. Muy por el contrario, se dedicaban a ellos mismos, perseveraban en la doctrina y la enseñanza de los apóstoles. Ellos se sentaban a los pies de los apóstoles, estaban hambrientos de aprender todo lo que pudieran.  

Así que no tengo ninguna vergüenza en decir que el anti-intelectualismo y la plenitud del Espíritu Santo son mutuamente incompatible, por esta razón simple. Si nosotros decimos que estamos llenos del Espíritu Santo, del Espíritu del cual nosotros decimos que estamos llenos, es el Espíritu de Verdad. Ese fue el nombre preferido de Jesús para el Espíritu Santo. Así que, si estamos llenos del Espíritu de Verdad, la verdad será muy importante para nosotros.  

Ahora fíjense algo más acerca de estos primeros creyentes, ellos no suponían que, porque habían recibido al Espíritu Santo, este era el único maestro que necesitaban. No podían imaginarse que se podrían sacar de encima los maestros humanos. Muy por el contrario, se dedicaban, perseveraban en la doctrina de los apóstoles, tenían muchas ganas de aprender cualquier cosa que estos les enseñaran. Ellos sabían que Jesús mismo había elegido a los apóstoles para ser maestros de la iglesia, así que ellos se sometían voluntariamente a la voluntad de los apóstoles. Una autoridad que era confirmada mediante los milagros.  

Fíjense que hay una referencia a los apóstoles en el versículo 43, igual que en el 42. El v. 42 dice “que perseveran en la doctrina de los apóstoles”, y el 43 dice que “muchas maravillas y señales fueron hechas a través de los apóstoles”. Así es que el apóstol Pablo se refiere a sus propios milagros como los signos y las señales de un verdadero apóstol. Y este es uno de los propósitos principales de los milagros a través de la historia, es para auténtica cada una de las etapas de la revelación. De modo que se sometían a la autoridad de los apóstoles. 

¿Cómo podemos aplicar esto a nosotros hoy? ¿Cómo podemos nosotros dedicarnos a la enseñanza de los apóstoles? ¿Cómo podemos nosotros someternos a la autoridad apostólica en el día de hoy? Realmente debemos recalcar que no hay apóstoles en la iglesia de hoy.  

Le invito a que piense conmigo un momento, todos sabemos que hay líderes en la iglesia, en algunas iglesias hay obispos, misioneros, pioneros, hay plantadores de iglesias. Y quizás podemos llamar a sus trabajos ministerios apostólicos. Podemos darles a sus ministerios este adjetivo apostólico, pero debemos reservar el sustantivo apóstoles para los doce y para Pablo.  

Le invito a que piense conmigo un momento, todos sabemos que hay líderes en la iglesia, en algunas iglesias hay obispos, misioneros, pioneros, hay plantadores de iglesias. Y quizás podemos llamar a sus trabajos ministerios apostólicos. Podemos darles a sus ministerios este adjetivo apostólico, pero debemos reservar el sustantivo apóstoles para los doce y para Pablo.  

Ciertamente, no hay nadie en la iglesia hoy que tenga alguna autoridad comparable con la de aquellos doce. No hay nadie como el apóstol Pablo, o Juan, o Pedro. Y si hubiera tendríamos que agregar sus enseñanzas a la Biblia. Pero no hay nadie que tenga ese tipo de autoridad apostólica en el día de hoy. Se debe notar que la iglesia primitiva entendió esto muy bien, y cuando el último de los apóstoles murió, ellos supieron que se habían movido hacia una era post-apostólica.  

Quiero darles un ejemplo. Algunos de ustedes, habrá escuchado del Obispo Ignacio, era obispo en Antioquía de Siria al comienzo del segundo siglo. Vivió en el año más o menos en el año 110 después de Cristo, apenas unos años después que el último de los apóstoles había muerto. Ignacio fue condenado a la muerte por ser cristiano, e iba camino a Roma para ser ejecutado. Mientras iba de camino escribió ciertas cartas que han sobrevivido hasta el día de hoy. Escribió a los romanos, efesios, trainos, esmirnios, y a muchas otras iglesias. Y en esas cartas varias veces escribió lo siguiente: “Yo no les envió a ustedes ningún mandamiento como Pedro o Pablo, porque yo no soy un apóstol, sino un hombre condenado.” Notar que era un obispo de iglesia de Dios, pero, aunque era reconocido como obispo, él dijo yo no soy un apóstol, no tengo del apóstol, y no tengo libertad de darles ningún mandamiento como los apóstoles.  

Así que ahora vuelvo a mi pregunta: ¿Ya que no hay apóstoles en el día de hoy cómo podemos someternos a la autoridad de los apóstoles? Ahora ya sé que ustedes tienen la respuesta. La enseñanza de los apóstoles ha llegado hasta nosotros en su forma definitiva en el Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento es justamente eso, la enseñanza de los apóstoles. De modo que, si queremos someternos a la enseñanza y autoridad de los apóstoles, debemos someternos a las enseñanzas del Nuevo Testamento.  

Por lo tanto, una iglesia llena del Espíritu es una iglesia neotestamentaria. Es una iglesia bíblica, es una iglesia sometida a las enseñanzas de las Escrituras. Esta es la única clase de sucesión apostólica en la cual nosotros creemos. No creemos en la sucesión apostólica, así como la Iglesia Católica Romana la predica, pero sí creemos en una sucesión de doctrinas apostólicas, así como ha llegado a nosotros a través de las páginas del Nuevo Testamento.  

Digo de nuevo: una iglesia llena del Espíritu es una iglesia del Nuevo Testamento. Sus ministros explican las Sagradas Escrituras desde el púlpito, los padres enseñan a sus hijos de las páginas de la Biblia, sus miembros leen y reflexionan sobre las Escrituras todos los días, para crecer en el discipulado cristiano. Porque el Espíritu de Dios dirige al pueblo de Dios a someterse a la Palabra de Dios. De modo que esta es la primera prueba de una iglesia llena del Espíritu Santo.  

II. Una iglesia renovada es una iglesia que comparte  

Llegamos ahora a la segunda marca de una iglesia renovada. La primera era una iglesia que aprende y la segunda es que es una iglesia que comparte.  

Los miembros se aman unos a otros y expresan ese amor en sostenerse los unos a los otros. De modo que la primera marca de una iglesia renovada es el estudio y la segunda es el compañerismo.  

Usted ve el texto en el v. 42, que perseveraban en la enseñanza de los apóstoles y en la comunión unos con otros. Aquí está la famosa palabra griega koinonía. Y significa esto: una vida común. Lleva a dos verdades que son complementarias la una de la otra.  

a) Primero expresa lo que compartimos juntos dentro, lo que hemos recibido juntos, y lo por supuesto lo que hemos recibido es la gracia de Dios.  

Se acuerdan cómo empezaba Juan su primera carta: “nuestra koinonia es con el Padre y del Hijo Jesucristo” 1 Juan 1.3, a esto Pablo agrega “el compañerismo del Espíritu Santo” Filipenses 2.1. De modo que el compañerismo auténtico es un compañerismo trinitario, y eso es lo que nos une a todos esta noche.  

Todos compartimos en el único Padre, en el único Salvador, y en el único Espíritu que mora dentro nuestro. Es nuestra participación común en Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, lo que nos hace uno.  

b. AI mismo tiempo la palabra koinonia tiene un segundo significado.  

No solo lleva testimonio de lo que compartimos dentro juntos, sino lo que compartimos afuera juntos. No solo lo que hemos recibido juntos, sino lo que damos juntos. Es en este punto que Lucas pone el énfasis.  

Koinonía es la palabra que se usa para la ofrenda que Pablo estaba recogiendo, y la palabra koinónicos significa generoso. De modo que esto nos lleva a los vv. 44-45: todos los creyentes estaban juntos, y tenían todas las cosas en común; esa es la palabra koinós. De modo que vendían sus posiciones y sus bienes, y le daba a cada uno de acuerdo con su necesidad.  

Este es un versículo problemático, es uno de los que saltamos bastante rápido. Dado que tiene un desafío muy grande. ¿Jesús les pidió a sus discípulos que vendan sus propiedades, y que compartan el dinero que habían obtenido con los pobres? Algunos cristianos han pensado que sí, y algunos lo han hecho de esta manera.  

Yo no dudo que Cristo haya llamado a algunas personas a una pobreza total voluntaria. Ese fue el llamamiento al joven rico, ese fue el llamamiento de San Francisco de Asís, deberíamos estar de acuerdo que es el mismo llamamiento que tiene la madre Teresa en el día de hoy. Esa minoría da testimonio de lo que Jesús dijo, que la vida humana no consiste en la abundancia de las posesiones (Lucas 12.15).  

Pero no todos los discípulos de Jesús fueron llamados a una pobreza total. La prohibición de la propiedad privada es una doctrina marxista no cristiana. Además, estas ventas y este dar de los bienes en Jerusalén, era voluntario y no obligatorio. Veamos el final del v. 46, ellos partían el pan en sus casas. Debiéramos preguntarnos ¿en las casas?, pero ¿no habían vendido las casas y las posesiones? Bueno, parece que no. Algunos de ellos todavía tenían las casas en las cuales se juntaban.  

Cuando llegamos al pecado de Ananías y Safira que se nos describe en Hechos 5, encontramos que el pecado no era tanto la codicia sino el engaño. No es que ellos trajeron solo parte de lo que recogieron al vender su propiedad, sino que trajeron una parte mientras pretendían hacer creer que habían traído todo. Usted se acuerda los que les dijo el apóstol Pedro, ¿antes de que vendieras tu propiedad no era tuya?, y después que la vendiste, ¿no estaba tu dinero a tu disposición? (Hechos 5.4). De modo que hay una enseñanza apostólica clara que nuestra propiedad es nuestra y que tenemos que hacer una decisión consciente frente a Dios qué vamos a hacer con ella.  

Este principio del compartir cristiano voluntario seguramente es un principio permanente. Creo que la iglesia es la primera comunidad donde la pobreza debiera abolirse. Conocemos las estadísticas que son publicadas. El número de personas destituidas en este mundo, que tienen falta aún de las cosas más esenciales para sobrevivir, se calcula en mil millones. El número de personas que mueren de hambre todos los días es un porcentaje de más o menos de diez mil personas. ¿Cómo podemos vivir con estas estadísticas? ¡Muchos de esos pobres son nuestros hermanos y hermanas en Cristo!  

El Espíritu Santo le da a su pueblo una conciencia social muy tierna. Yo vengo de Europa y es una de las zonas más ricas del mundo, quizás yo no debiera estarles hablando a ustedes acerca de esto. Pero hago lo mismo cuando les predico a mis compatriotas allá en Europa. Que debemos simplificar nuestro estilo de vida, no porque pensemos que va a resolver los problemas macroeconómicos de este mundo, pero al menos como solidaridad con los pobres. Hay un tremendo apoyo bíblico para este punto de vista.  

De modo que la iglesia llena del Espíritu Santo es una iglesia generosa, especialmente para los pobres y los necesitados. La generosidad ha sido siempre una característica del pueblo de Dios. Nuestro Dios es un Dios de generosidad, y nosotros que somos su pueblo debemos ser generosos también.  

III. Una iglesia renovada es una iglesia que adora  

Eso nos lleva a la tercera marca de una iglesia llena del Espíritu.  

Una iglesia renovada es una iglesia que adora. El partimiento del pan es probablemente una referencia a la Cena del señor y a la comida del compañerismo que se incluye con ella. Las oraciones serían las reuniones de oración y no solamente oraciones privadas en los hogares.  

Quisiera llevarlos a darse cuenta al gran balance que hay en la adoración neotestamentaria, en dos aspectos.  

a) La adoración era formal y también informal.  

Nos damos cuenta de eso porque leemos en el versículo 46, que se reunían en el templo y en las casas. No abandonaron deliberadamente la forma de adoración de sus padres, por supuesto que estaban ansiosos de reformarla de acuerdo con el Evangelio. Seguramente habían entendido que los sacrificios del templo habían sido completados en el sacrificio vicario de Cristo, pero seguían yendo a las reuniones de oración en el templo, y esas tenían un grado de formalidad. Pero suplementaban esos servicios con las reuniones más informales que tenían en sus hogares.  

Creo que hay una gran lección para aprender aquí. Los jóvenes en la iglesia están muy impacientes siempre con las estructuras que han heredado en la iglesia, y es entendible que lo sean. Algunas iglesias son demasiadas conservadoras, es decir, son demasiado resistentes a los cambios, están como empantanadas en el barro, y el barro ya se secó y endureció como si fuera cemento. El lema principal de esas iglesias pareciera ser: como era en el principio, así siempre será, mundo sin fin, amén.  

El modo de actuar del Espíritu Santo en la iglesia pareciera ser el de la reforma paciente, más que el del rechazo impaciente. Es decir, no se debe polarizar entre lo formal y lo informal, entre lo estructural y lo no-estructural, entre lo tradicional y lo espontáneo. Necesitamos las dos cosas. Los cristianos del principio tenían ambas. Nosotros seríamos muy sabios si siguiésemos su ejemplo.  

b) Balance entre la alegría y la reverencia  

El segundo ejemplo de ese balance en la adoración muestra que había alegría y reverencia. No hay ninguna duda de su alegría. Leemos en el versículo 46 la palabra griega agalliasis esta es una palabra que expresa júbilo exuberante. Por supuesto que tenían muchísimas razones para estar alegres. Dios había enviado a su Hijo al mundo, había mandado el Espíritu a sus corazones, ¡cómo no debían estar contentos!  

Recordemos que el fruto del Espíritu es amor y gozo (Gálatas 5.22), muchas veces tenían un gozo mucho más desinhibido que lo que nuestras tradiciones eclesiásticas captan en el día de hoy.  

Cuando voy a algunos servicios religiosos, me parece que me equivoqué y fui a un funeral. Todo el mundo está vestido de negro, nadie se ríe, y nadie le habla al otro. Los himnos se cantan muy lentamente, y toda la atmósfera es lúgubre. ¡Y si alguna vez me puedo sacarme de encima esta timidez anglosajona, me gustaría gritar en el medio: arriba el ánimo!  

El cristianismo es una religión alegre, y todo culto tendría que ser una celebración. La celebración del hecho poderoso de Dios en Cristo Jesús. Sé que la mayoría de los que están aquí son bautistas, pero me imagino que no les ha de molestar si les cito de un obispo de Canterbury, pero esto es lo que dijo uno de ellos: “Cuanto más y más vivo, más y más me convenzo, que el cristianismo es un largo grito de alegría.” Usted debe de estar de acuerdo conmigo que no está mal para ser la declaración de un arzobispo.  

De modo que la adoración de la primitiva iglesia era muy gozosa, pero nunca llegó a la irreverencia. Si algunos cultos hoy son como funerales, hay otros que son demasiado alegres, porque no reconocen la grandeza y la majestad de Dios. De modo que, si la alegría es una marca de la iglesia, la reverencia es otra.  

Leemos en el versículo 43, que sobrevino temor sobre toda persona. Y ese temor significa temor sobre lo maravilloso, el Dios santo ha visitado Jerusalén, él estuvo ahí en medio de ellos y ellos se inclinaron delante de él. Esa mezcla de maravilla y humildad nosotros la llamamos adoración. Así que debemos recobrar el balance en la adoración de la primitiva iglesia: formal e informal, alegre y reverente.  

IV. Una iglesia renovada es una iglesia que evangeliza  

Ahora vamos a la cuarta y última marca de una iglesia renovada, y es que es una iglesia que evangeliza. Hasta ahora hemos considerado: el estudio, el compañerismo y la adoración de la iglesia. A estas tres actividades dice Lucas que ellos se entregaban, perseveraban, pero estas son aspectos que hacen a la vida interior de la iglesia, no nos dice nada del alcance de amor en la comunidad y esto ilustra los graves peligros de la predicación textual.  

Quisiera agregar esto para mis compañeros pastores que están aquí. Ya hablé del peligro de separar un texto de su contexto. Creo que se han predicado millones de sermones sobre este versículo de Hechos 2:42 es un texto que muestra un alcance comprensivo de la vida de la iglesia, pero pareciera dar la impresión de que la iglesia está solo interesada en sus asuntos domésticos; estudia con los apóstoles, se preocupa por sus propios miembros y adora a Dios. Aparenta estar preocupada solo con su propia vida y el mundo de afuera está olvidado. Esto si se toma solamente este texto aislado del contexto en que se encuentra. No es, sino hasta llegar al v. 47 que se recobra el balance, y este describe el evangelismo de la iglesia primitiva, porque leemos que “el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”.  

Así que, aprendamos algunas lecciones de la manera en que evangelizaba la primera iglesia. La primera es que el mismo Señor Jesucristo lo hizo. Dice el pasaje que el Señor agregaba a su iglesia, y eso quiere decir Jesús. Por supuesto que lo hacía a través de la predicación de los apóstoles, a través del testimonio común de los cristianos comunes, y a través de su vida de amor común. Pero él lo hizo, nadie puede agregar a ninguno a la iglesia, sino Jesucristo que es la cabeza de la iglesia. Por supuesto, Cristo delega en los ministros la tarea de agregar gente a la iglesia visible a través del bautismo, pero solo Cristo puede agregar gente a la iglesia invisible y tenemos que humillarnos a nosotros mismos delante de él.  

Vivimos en una época que es muy confiada en sí misma y alguna gente habla de la evangelización mundial como si fuera a ser el último triunfo de la tecnología humana. Todo parece indicar que está en el futuro, va a ser computarizada, ¿no le parece a usted que va a ser así? Claro que tenemos que usar toda la tecnología que Dios nos ha dado, pero las computadoras no le pueden dar vista a los ciegos, solo Jesús puede hacerlo, y dar vida a los muertos. Tenemos que aprender esa lección en el día de hoy.  

Hay una segunda lección que podemos sacar de este texto, lo que Él hizo fueron dos cosas juntas: agregaba a su número los que habían de ser salvos. No los salvó sin agregarlos a la Iglesia, ni tampoco los agregó a la Iglesia sin haberlos salvado. La salvación y la membresía a una iglesia van de la mano.  

Por último, se debe mencionar que lo hizo todos los días. El texto dice que añadía a la iglesia día tras días los que habrían de ser salvos. De modo que los cristianos primitivos no pensaban que el evangelismo era algo que se debía hacer de vez en cuando, muy por el contrario, era tan continuo como su adoración.  

De modo que continuamente la gente era agregada a la membresía de la iglesia, espero que esa sea la expectativa de cada iglesia representada aquí. Conozco algunas iglesias que no han tenido un convertido en los últimos diez años y si lograron alguno no sabían qué hacer con él, ella o ello. Tan extraordinario fue ese fenómeno que los dejaba desconcertados, en lugar de estar en esa expectación de tener conversiones diarias.  

Conclusión  

Como hemos podido notar aquí hay una visión fresca para la iglesia y al mirar hacia atrás tendríamos que decir que esas cuatro marcas expresan cuatro relaciones. Primero estaban relacionados con los apóstoles, se sentaban a los pies de los apóstoles y aprendieron de ellos. Segundo, se relacionaban unos con otros, estaban unidos en compañerismo, se amaban, se sostenían unos a otros. Tercero, se relacionaban con Dios, lo adoraban en el templo y en las casas, con alegría y reverencia. Y cuarto, estaban relacionados con el mundo afuera, alcanzaban a la comunidad con amor.  

Hace algunos años estaba visitando una república latinoamericana y me crucé con un grupo de estudiantes que habían visitado todas las iglesias de la ciudad y se llamaron a sí mismo “cristianos descolgados”. Estuve muy interesado y les pregunté: y ustedes, ¿qué están buscando que no pudieron encontrar? Se van a sentir tan sorprendidos como yo cuando les diga qué me contestaron. Sin saber lo que estaban haciendo fueron a través de estos cuatro puntos. Estamos buscando predicación bíblica, dijeron, que relacione la Palabra de Dios con el mundo. Segundo, estamos buscando una comunidad que nos ame y nos sostenga. Tercero, queremos una adoración viva que tenga sentido del Dios vivo que vive en nuestro medio. Y por último, estamos buscando una iglesia que alcance a la comunidad con amor. Así que estas cuatro marcas de una iglesia renovada son exactamente lo que los jóvenes están buscando hoy en la iglesia.  

Concluyendo, no hay necesidad de esperar que el Espíritu Santo venga, ya vino, fue en el día de Pentecostés y nunca se fue de la iglesia. Pentecostés es un evento irrepetible en la iglesia, así como la Navidad, el Viernes Santo, la Pascua, el día de la Ascensión. Cristo alguna vez nació, alguna vez murió, alguna vez resucitó, alguna vez ascendió a los cielos y también envió al Espíritu Santo una vez. Lo que sí tenemos que hacer es humillarnos en la presencia del Espíritu Santo, buscar su plenitud, su poder y su dirección. Entonces nuestras iglesias se aproximarán a este ideal precioso que se nos da aquí. La doctrina apostólica, la comunidad de amor, la adoración viva y un evangelismo que alcanza a las multitudes. Dios quiera que nuestras iglesias sean así.  

Pasemos un momento en silencio y pensemos en esa iglesia a la que pertenecemos cada uno de nosotros. Yo voy a pensar en aquella iglesia en Londres de la cual vengo y usted piense en la suya de donde quiera que sea, y oremos para que nuestra iglesia pueda tener estas marcas de la renovación: La enseñanza de los apóstoles, el amor de la comunidad, una realidad en la adoración y un alcance de amor.

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Señales de una iglesia renovada, por John Stott Señales de una iglesia renovada, por John Stott Revisado por el equipo de Nexo Cristiano on marzo 03, 2024 Rating: 5
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