El trabajo: Mayordomía de la creación, por René Padilla


El trabajo: Mayordomía de la creación

por René Padilla

Para la mayoría de las personas en la sociedad moderna, el trabajo no es más que una rutina de la cual quisieran librarse a toda costa. Es algo que tienen que hacer, no porque quieran o lo disfruten, sino porque necesitan “ganarse la vida”. Esto es así especialmente en la sociedad industrial, donde el trabajo es una mercancía que se vende al mejor postor y donde el ocio se hace indispensable para disfrutar la vida. 

La Biblia ofrece una perspectiva totalmente distinta del trabajo. Lo ve como una dimensión esencial de la vida humana; no como un medio de subsistencia únicamente, sino como la manera en que el hombre colabora con Dios en lo que este quiere hacer en el mundo. 

A esto apunta Génesis 1:26-31, donde encontramos lo que se ha denominado el mandato cultural. Dios dispone que el hombre (varón y mujer), hecho a imagen y semejanza del Creador, se reproduzca (tengan “muchos, muchos hijos”) y ejerza dominio sobre la creación. En efecto, en esto radica la similitud entre Dios y el hombre: como Dios, el hombre tiene características (tales como la razón, la voluntad, la conciencia de sí mismo, el sentido de responsabilidad moral, etc.) que hacen posible que, como su Hacedor, que también él cree. Dios ha colocado al hombre en el mundo como administrador o mayordomo de la creación. 

Dios ha colocado al hombre en el mundo como administrador o mayordomo de la creación. 

Como tal, el hombre está llamado a ejercer dominio sobre la creación, bajo la autoridad de Dios. El trabajo es el medio por el cual cumple ese mandato y transforma la naturaleza en cultura. No es un accidente que el hombre haya inventado la técnica: lo ha hecho porque Dios le ha dado creatividad para que ejerza dominio sobre la tierra. Tanto el varón como la mujer están llamados a esa tarea, ya que ambos fueron creados a imagen y semejanza de Dios. Y han de cumplir su tarea, no como esclavos del trabajo, sino dando lugar al descanso, porque también Dios “descansó” de su obra de creación (ver Génesis 2:1-4). 

En la era de la producción masiva, como la presente, el trabajo ha perdido su sentido humano porque está sujeto a la ley de la oferta y la demanda. Los grandes monopolios económicos ocupan el lugar de Dios. Todo está organizado según criterios económicos: el aumento de la producción, la reducción de costos, el incremento de las ganancias. El trabajo se convierte así en un medio de explotación: se explota al trabajador, sin tomar en cuenta sus necesidades básicas, y se explota la naturaleza, sin tomar en cuenta que los recursos naturales no son inagotables. 

¿Qué nos corresponde hacer como cristianos en esta situación? Sugiero tres cursos de acción: 

1. Recobrar la dimensión personal del trabajo. Un empresario cristiano, al tomar conciencia de la necesidad de aplicar su fe a sus negocios, decidió que en su empresa se tomarían medidas específicas para mejorar la calidad de vida de los empleados como algo más importante que la maximización de las ganancias. Esto es algo urgente en nuestro medio. Pero para eso necesitamos recuperar la perspectiva bíblica de hombre como imagen de Dios. 

2. Usar responsablemente nuestras capacidades. Hay una relación entre nuestra vocación como mayordomos de la creación y las habilidades y los dones que hemos recibido de Dios. Según la parábola de Jesucristo en Mateo 25:14-30. Dios es dueño de todo, y reparte sus  -talentos- según su voluntad. No todos reciben lo mismo, pero todos reciben algo, por lo cual son responsable ante su amo. 
Lo que han recibido, poco o mucho, tienen que usarlo al servicio de su Señor y responder por ello. ¿Cómo estamos usando las capacidades y los dones que Dios nos ha dado? 

3. Esforzarse por lograr un trabajo que no sea un mero empleo, sino una vocación. Dadas las limitaciones que nos impone la sociedad en que vivimos, no siempre es posible ubicarse en un “puesto” donde uno puede desarrollar sus capacidades y servir con alegría al Señor y a su prójimo. Sin embargo, esa debe ser nuestra meta. ¿Por qué no hacer de esta un motivo específico de oración si aún no hemos encontrado nuestra vocación? Si lo logramos, podremos trabajar en lo que sea, pero con sentido de misión. 

Como cristianos tenemos la posibilidad de trabajar dando a nuestro trabajo una dimensión realmente humana, con conciencia de que Dios nos ha puesto como mayordomos de la creación. ¡Qué gran privilegio y qué gran responsabilidad!


Fuente: Revista El Observador, Buenos Aires, N° 6, 1994
 

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El trabajo: Mayordomía de la creación, por René Padilla El trabajo: Mayordomía de la creación, por René Padilla Revisado por el equipo de Nexo Cristiano on marzo 18, 2024 Rating: 5
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