La intercesión - La hora que cambia al mundo

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LA INTERCESIÓN: 

un acto de intensa súplica

André Maurois, un biógrafo francés, dijo: "El universo es indiferente. ¿Quién lo creó? ¿Por qué estamos aquí sobre esta diminuta pila de barro girando en el espacio infinito? ¡No tengo la más leve idea y estoy muy convencido de que nadie la tiene!" Afortunadamente, el seguidor de Cristo sabe su razón de ser. Nosotros tenemos tanto una tarea divina como un propósito divino. Nuestro propósito supremo es glorificar a Dios. Nuestra tarea suprema es evangelizar a los perdidos. En el sentido más verdadero, esto último cumple de la manera más fiel lo primero. El hecho de evangelizar a los perdidos glorifica a Dios en el nivel más elevado. 

Esta es la razón por la cual la intercesión (la oración a favor de otros) es tan esencial en el hábito de orar. A la intercesión se la pudiera llamar "el corazón de la oración". Aun cuando la intercesión es sólo un aspecto de la oración, debido a su importancia incluyo un apéndice que puede leer en este enlace, para ayudar al lector a desarrollar aún más este aspecto esencial de la oración.  

No hay plano más elevado 

¿Qué es la intercesión? Es el método de Dios para que sus seguidores participen de manera más completa en la totalidad de su plan. De ningún otro modo puede el creyente llegar a participar tan plenamente en la obra de Dios, especialmente en la obra de evangelización del - mundo, como en la oración intercesora. 

Básicamente, la intercesión es una oración que se hace a favor de otro. Cuando el guerrero de la oración intercede, se olvida de sus necesidades personales y centra toda su fe y su atención en la oración por los demás. 

Interceder es mediar. Es colocarse uno entre un ser perdido y el Dios todopoderoso, para pedir que tal persona llegue a conocer a Dios y. su salvación. Edward Bauman explica esto en su obra Intercessory Prayer (Oración intercesora): "Cuando oramos por otros, no nos ponemos de pie, con las manos extendidas, con la esperanza de recibir algo para nosotros mismos. Nos colocamos al lado de Dios, y trabajamos conjuntamente con El, en la tarea de redimir a otros." 

Ciertamente, en la oración no hay plano más elevado que la intercesión. ¿Qué pudiera ser · más importante que participar en la redención de otro ser humano por medio de la oración? Es verdad que nuestra oración no salva al pecador, pero de algún modo sirve para preparar su corazón para el momento en que le llegue el mensaje del amor de Cristo. Trate de encontrar a una persona que afirme que encontró a Cristo sin la ayuda de la oración de alguna otra persona, y su búsqueda puede continuar para siempre. 

El ministerio de la intercesión, el de suplicar fervorosamente a favor de otro, es especialmente importante por cuanto constituye la base común del servicio cristiano del creyente. En el sentido espiritual, la oración es el compensador divino. Algunos predican, otros enseñan, unos pocos cantan en público, pero todos pueden orar. Paul Billheimer nos recuerda: "Muchos se afligen por cuanto ~o se les ha permitido servir en el campo misionero o en alguna otra empresa que escogieron. Pero por medio de la fiel intercesión, pueden lograr tanto como si hubieran estado personalmente en ese campo, y cosechar una recompensa tan completa como si efectivamente hubieran ido." 

El sello distintivo de la oración 

La intercesión constituye el alcance más amplio de la oración. No hay ninguna otra forma de oración que se extienda a todo el mundo como la oración intercesora. E. M. Bounds explica: "La oración debe ser de amplia esfera de acción: debe suplicar por otros. La intercesión a favor de otros es el sello distintivo de toda verdadera oración… La oración es el alma del hombre movida a suplicar a Dios a favor de los hombres." En la oración intercesora hallamos la clave para ·la libertad de los que están en esclavitud. Nótese la promesa que Dios le hizo a Abimelec: "(Abraham) es profeta, y orará por ti, y vivirás" (Génesis 20:7).  

¿Sería posible que nuestras mismas oraciones contengan vida para los no evangelizados? Los que participan directamente en la evangelización del mundo contestarían con un resonante sí. Pregúntele a cualquier misionero si la oración es importante en su labor, y esté preparado para oír un sermón. 

El doctor Yohann Lee, director de la Cruzada Mundial de Literatura para ultramar, es un cristiano coreano nacido en China, donde su familia sirvió en un tiempo en el campo misionero. El doctor Lee dirige la sección de ultramar de un ministerio que ha logrado que más de ocho millones de personas se decidan a aceptar a Cristo por escrito. Por este hecho, pudiera muy bien ser considerado como toda una autoridad, en evangelismo. ¿A qué atribuye el doctor Lee esos resultados extraordinarios? Al hablar específicamente de la firmeza de esos numerosos convertidos, Lee dice: "Las oraciones de los santos afectan directamente la proporción y el grado del poder del Espíritu Santo sobre un recién nacido en Cristo. La oración es donde todo comienza y donde todo termina." A. T. Pierson agrega: "La causa de todo paso de avance que se da en la obra misionera puede hallarse directamente en fa oración. La oración ha sido la preparación para todo nuevo triunfo y el secreto de todo éxito." 

El gran clamor 

Pero la intercesión es mucho más que simplemente orar por otros. Interceder es empeñarse en una batalla real. Hay cierto espíritu de autoridad que debe acompañar a gran parte de la intercesión. A. J. Gordon amplía este pensamiento: "Tenemos la autoridad para quitarle al enemigo todo lo que él retiene. La principal manera de arrebatárselo es mediante la oración, y por medio de cualquier acción a que la oración nos conduzca. El clamor que debiera resonar hoy es el gran clamor de: 'Lo tomo, ¡en el poderoso nombre de Jesús!' " 

Mientras yo visitaba a la China comunista y caminaba por los senderos polvorientos de una comuna rural, me vino el vivo recuerdo de que Cristo dio su vida por aquellos que se encuentran en los lugares más remotos de la tierra. Al contemplar las vastas tierras de cultivo de las granjas chinas, mi corazón recitó el salmo: "De Jehová es la tierra y su plenitud" (Salmo 24:1). 

Recordé que en realidad China pertenece a Dios. Satanás sólo ha realizado una invasión temporal. Los intercesores tienen el poder y la autoridad para reclamar que se devuelva lo que legítimamente pertenece a Dios, incluso la totalidad de los cientos de millones de almas de ese país. Ciertamente, Dios podría salvar a las masas populares de China en un momento, pero El espera que los santos· (hombres y mujeres) de oración se unan a Él en la batalla. Este es su plan, y los que creen que Dios contesta la oración, deben estar en el centro mismo de su plan. Pero el hecho de estar en el centro del plan de Dios para la evangelización del mundo, requiere mucho más que el mero servicio de labios. Como intercesores, tenemos que pasar más allá del sencillo acto de "orar por los demás", hasta el punto de manifestar un genuino espíritu de interés por otros. Consideremos el ejemplo de Cristo. Antes que nuestro Señor ascendiera al cielo con el propósito de interceder por nosotros _ (Romanos 8:34), primero se entregó a Sí mismo para morir en una solitaria cruz. 

Así que la intercesión comienza con un espíritu de dar, antes de que se convierta en un espíritu de oración Francois Coillard explica: "Nuestras oraciones a favor de la evangelización del mundo no son sino una amarga ironía, mientras sólo oremos superficialmente, y huyamos ante el sacrificio de nosotros mismos." 

La oración centrada en los demás 

Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a orar, indicó claramente que se debía hacer hincapié en los demás (Mateo 6:9-13). Su oración comenzó, luego-de invocar al Padre, con el adjetivo posesivo plural "nuestro". ¡No nos enseñó a decir: "Padre mío", sino "Padre nuestro" Más adelante, en esta oración vemos declaraciones como las siguientes: "danos", "no nos metas", "perdónanos", "líbranos". En su sentido más profundo, esta oración es una oración de amor. Cada palabra es altruista. No se puede decir esta oración sin una profunda compasión. 

Juan Calvino declaró: "Nuestra oración no debe ser egocéntrica. Debe surgir no sólo porque sentimos nuestra propia necesidad como una carga que debemos echar sobre Dios, sino también porque como estamos ligados con amor a nuestro prójimo, sentimos las necesidades de ellos tan agudamente como las nuestras. La intercesión a favor de los hombres es la manera más práctica y poderosa en que podemos expresar nuestro amor hacia ellos." Para mantener nuestra oración siempre centrada en los demás, la intercesión debe colocarse antes que la petición. "Todos somos egoístas por naturaleza - explicó J. C. Ryle -, y nuestro egoísmo es muy propenso a pegársenos, aun cuando seamos convertidos. En nosotros hay una tendencia a pensar sólo en nuestras propias necesidades, en nuestros propios conflictos espirituales, y en nuestro propio progreso en la religión; y olvidarnos a los demás." 

Por el hecho de que Jesús comprendió que nosotros caeríamos periódicamente en un espíritu de egoísmo, nos enseñó a orar: "Venga tu reino", antes de pedir: "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy." Jesús quería que llegáramos a estar conscientes de las almas, en vez de estar conscientes de las cosas. E. M. Bounds aconseja: "Así también las oraciones a favor de los hombres son mucho más importantes que las oraciones por las cosas, por cuanto los hombres conciernen más hondamente a la voluntad de Dios y a la obra de Jesucristo que las cosas." 

El asunto de la repetición 

Cuando los creyentes comienzan a orar diariamente por las naciones no evangelizadas, no es raro que su oración parezca extrañamente similar todos los días. Luego de varias semanas, o aún después . de sólo unos días, pueden surgir preguntas con respecto a las repeticiones en la oración. ¿Es incorrecto repetir una oración que es exactamente igual o similar a la oración que hicimos anteriormente? ¿Qué quiso decir Jesús cuando advirtió a sus seguidores con respecto a las "vanas repeticiones" en la oración?        

Examinemos con cuidado el pasaje a que nos referimos. Jesús dijo: "Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos" (Mateo 6:7). · 

No es raro oír que algunos maestros bíblicos usan este versículo para sugerir que toda repetición en la oración es antibíblica. Pero volvamos a· examinar las palabras exactas de nuestro Señor. Jesús no condenó realmente toda repetición en la oración. Más bien enseñó a sus seguidores que evitaran "vanas repeticiones, es decir, repeticiones vacías. Luego calificó el término "vanas" al agregar: "como los gentiles". Estas tres palabras ponen de manifiesto la clase de repeticiones que no tiene significado en la oración. 

Varias culturas paganas tienen extrañas y , singulares formas de orar, que claramente son vacías repeticiones. La rueda de oración de los budistas tibetanos es la forma más notable. Eso de esculpir oraciones dirigidas a los dioses paganos en una rueda de arcilla, y suponer que al girar la rueda esto hace que esos centenares de oraciones se eleven simultáneamente durante cada revolución, es un perfecto ejemplo de "vana" repetición. 

Por otra parte, el creyente que está en buena relación con Jesús, y que presenta ante su Señor una petición similar día tras día, difícilmente se encuentra en la misma categoría de los budistas que hacen girar la rueda. El hecho de hacer oraciones similares diariamente por diversas naciones del mundo, no puede clasificarse como "vanas repeticiones". Ciertamente, tal oración puede parecer una repetición, pero no es vana. El lector pudiera sorprenderse al descubrir que la repetición en la oración es incluso bíblica. De hecho, Abraham fracasó en su oración porque desistió de su petición (Génesis 18:16-33). Sin embargo, Elías le rogó a Dios siete veces, y fue. testigo de una notable manifestación de Dios (1 Reyes 18:42-45). Al comentar estos pasajes, Jack Taylor pregunta: "¿No tiene significado el hecho de que Elías orara siete veces - el número de la perfección y de la plenitud -, mientras que Abraham se detuvo a la sexta vez, el número de la fragilidad humana?" 

Además, es interesante notar que aun nuestro Señor repitió una oración. En Getsemaní, Jesús hizo tres veces una oración, "diciendo las mismas palabras" (Mateo 26:44). El rey David repitió una oración de alabanza 26 veces en el Salmo 136. 

La mención de las personas por su nombre en la oración 

Después de orar numerosas veces con un ex asociado de nuestro ministerio, yo estaba maravillado al notar que él oraba por cada uno de los miembros del personal de la oficina central de la Cruzada Mundial de Literatura, por nombre. 

También oraba por cada líder de ultramar que tenía parte en el ministerio. Con quietud y confianza, suplicaba compasión, sabiduría y fortaleza para cada uno de los obreros que tenía en su lista, que eran más de doscientos. También incluía a las esposas de esos obreros. 

Luego, con la misma confianza oraba por cada uno de los principales líderes cristianos, que yo apenas conocía de manera vaga. Y aún más: procedía a interceder por todos los reyes, presidentes y líderes políticos de casi 150 naciones islámicas y comunistas. No oraba colectivamente por los líderes, sino por cada uno separadamente, y mencionando el nombre. 

Aun cuando la intensidad y la confianza de este tipo de oración me han servido de bendición, me doy cuenta de que algunos creyentes se afligen ante el pensamiento de tener largas listas de oración. Piensan que están siendo negligentes al simplemente mencionar brevemente una necesidad en la oración. Afortunadamente para mi propia vida de oración, Dios dirigió mi atención a una firme base bíblica para este método de orar. 

No una ni dos veces, sino en cuatro ocasiones específicas, el apóstol Pablo habló de "hacer mención" de sus hermanos cristianos en la oración. A los creyentes de Roma les escribió: "Porque testigo me es Dios… de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones" (Romanos 1:9; cursivas del autor). 

Ciertamente, el Apóstol no pasaba todo su tiempo de vigilia orando por cada necesidad específica de cada uno de sus hermanos en la fe. Más bien, él presentaba confiadamente los nombres de ellos delante del Señor, con la plena esperanza de que Dios bendeciría a cada uno de ellos. 

Después de observar la confiada oración de ese hermano cristiano, y de descubrir la base bíblica para hacer mención de las personas por su nombre en la oración, me sentí complacido al darme cuenta de que otros guerreros de la oración también han visto grandes resultados por medio de este tipo de oración. Según R.E. Speer, como lo narra en su libro Paul, the AllRound Man (Pablo, el hombre completo), el obispo Handley Moule habló acerca de una dedicada maestra de escuela dominical, quien ayudó a llevar a numerosos estudiantes al conocimiento salvador de Jesús. Después de la muerte de esa maestra, se halló que su diario contenía entre otras anotaciones, las siguientes resoluciones: "Resolví orar por cada estudiante por su nombre." "Resolví luchar en oración por cada estudiante por su nombre." "Resolví luchar por cada uno por su nombre, y esperar la respuesta." 

Nunca se aflija usted por el hecho de que el conocimiento que tiene de una necesidad sea algo limitado. Ciertamente, usted debe pedirle al Espíritu Santo que lo ayude en la oración, de tal modo que la misma sea tan significativa e inteligente como sea posible. Pero no se desanime por el solo hecho de que sus oraciones carecen de la profunda comprensión que usted desea. Sobre todo, recuerde que toda oración, especialmente la de intercesión, le hace adquirir experiencia. El profesor Hallesby predicó: "Según el conocimiento que tengo de estas cosas, la oración intercesora es la clase de trabajo más excelente y exigente que les es posible realiza a los hombres." Este perceptivo maestro bíblico concluyó: "Puesto que la oración intercesora es un arte tan excelente y difícil, no es en absoluto nada extraordinario que requiera un largo y riguroso período de entrenamiento." 

Señor, ¡enséñame a interceder! 

La intercesión: sexto paso en la oración que cambia al mundo 

  1. Prepárese detenidamente para la intercesión, desarrollando un plan específico que incluya una oración especial por la obra de Dios en · todo el mundo. 
  2. Pida a Dios una nueva compasión para estos momentos de intercesión, a fin de que con genuino interés su oración alcance a los perdidos. 
  3. Ocupe su tiempo de intercesión con las cuatro peticiones bíblicas claves: pídale a Dios que envíe más obreros a su mies, que abra puertas para esos obreros, que los bendiga dándoles fruto como resultado de sus esfuerzos, y que les provea recursos económicos para extender su obra. (Vea una explicación sobre estas peticiones en el Apéndice. Durante su hora de intercesión, empéñese siempre en incluir en la misma países específicos y a sus líderes. 

La intercesión - La hora que cambia al mundo La intercesión - La hora que cambia al mundo Revisado por el equipo de Nexo Cristiano on diciembre 26, 2022 Rating: 5
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